miércoles, 2 de marzo de 2011

palabras en la boca.

Hacía días que Cecilia estaba apagada, parecía sentir que su vida era una constante. Yo creo que simplemente se estaba acostumbrando a mantenerse en movimiento. Pero bueno, la linealidad a veces nos lleva a sentir vacíos, aunque nos mantengamos ocupados.
-En realidad estoy bastante cansada -dijo llevándose el mate a la boca-. Es que, en realidad siento que tengo muchas ganas de sentir un montón de cosas, pero no puedo, no hay nadie. No sé qué carajo hacer con todo lo que me pasa, no se cómo canalizarlo, ¿Me explico?
-Si, Ceci, te explicás. Pero, tenés que entender que estás canalizando las cosas. Pensá hace unos años lo que hacías cuando estabas así: te tirabas a dormir y no salías de tu pieza por tres días o más. No querías hablar con nadie, estabas sola.
-Bueno, pero ahora no es mucho mejor, Chino. No sé. No entiendo demasiado. Por momentos creo sentirme un poco aliviada... aunque en realidad no sé si es alivio o una especie de anestesia. Y siento que vivo así, flotando entre cosas que me pasan para no pensar.
- Ahí es donde te equivocás. No es que vivís flotando entre 'cosas', Cecilia: ¡Tenés proyectos! Tenés ocupaciónes y responsabilidades. Y cuando realmente tenga que pasar algo, va a pasar. No te preocupes por eso. Pero mientras tanto, vos tenés que tener tu vida. Los proyectos son lo que nos separan de la muerte, Ceci. Alguien que no tiene proyectos, lo único que tiene seguro es que va a morir.
Cecilia se quedó pensando, fumando sola en su casa. Yo me tomé el 166 y volví. En algún momento tiene que reflexionar, y yo también tengo mis responsabilidades. No sería de buen amigo estarle encima todo el tiempo. Cada uno tiene que hacer su proceso, a su tiempo y a su forma. Y es algo que no puedo hacer por ella.

Cecilia se quedó fumando en la soledad de su casa. No resistió, quiso ponerse límites pero no pudo. Fue a la mesa del comedor, donde estaba ubicado el teléfono. Lo levantó y llamó a Nicolás.
- Hola. ¿Nico?
- Si, ¿Quién habla?
- Ceci...
- ¡Ah! Ceci... ¿Qué pasó?
- No, nada en particular. Quería saber cómo estabas... y... si podés charlar un rato.
- Eh, si. Supongo que no hay problema. Yo estoy bien, ¿Vos?
- Bien. Bah, eso creo. No se. ¿Te acordás cuando te llamaba y pasabamos horas hablando de cualquier cosa?
- Si, no podría olvidarme. No sé cómo hacíamos, pero siempre teníamos un tema de conversación fresco. No existían los silencios incómodos entre nosotros.
- Bueno, creo que nunca existieron. O por lo menos, para mí.
- No, es verdad... Me gusta hablar con vos y, sin embargo, ultimamente me da la sensación de que algo está mal, cuando hablamos.
- Si, bueno. Puede ser. Tengo que colgar ahora. Después hablamos.

Le había pasado lo mismo de siempre. El océano estallando en olas desde su alma no la dejaba terminar de hablar y su orgullo no iba la iba a dejar quebrarse justo cuando hablaba con Nicolás. Eso la hizo cortar violentamente, sin dar explicaciones. Sin embargo, tenía tanto que decir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario