martes, 19 de abril de 2011

Qué te hicieron

Habré de desmayarme y despertarme en otro mundo, una ciudad distinta, con gente diferente. Habré escapado, entonces de un gran fantasma. Dejaré de tener pesadillas en ese preciso instante, dejaré de mirar buscando. Habré de liberarme de las cadenas de tu rencor, de tu miseria, de tu fracaso. Terminaré por romper tu silencio con mi grito desgarrado de justicia. Justicia mía y tuya, por eso justicia y no venganza.
Habré hecho lo necesario y lo trivial, habré gastado energía para ordenar algo. Tendré, luego que partirme en mil pedazos y comenzar a navegar mi realidad (mi irrealidad). Volveré a naufragar una y otra vez, sabiendo que después es mejor. Y moriré de desidia y de angustia y de dolor, sabiendo que nunca me voy a sentir mejor que cuando desate la tormenta, mi tormenta.
Entonces me volveré un cadáver exquisito, embebido en el vino nuevo. Y Prometeo terminará con su martirio y será sustituído por un nuevo traidor, un nuevo bromista que cayó en la trampa. Ahí llegarán los rayos y deberé salir a empezar una nueva era bajo la lluvia de febrero, quitándome de encima preocupaciones y rencores, sacudiéndome broncas y hemorragias, recuperando la sangre.
Pero entonces volveré a la rutina y a la cotideaneidad, y volveré a preguntarme una y mil veces qué te hicieron.

domingo, 17 de abril de 2011

Terror

Apuraba el último sorbo de vino tinto con la mirada esquiva y Cecilia y su impaciencia y su maldita curiosidad. No sabía cómo es que había hecho, o qué había dicho, o qué se escondía tras esos ojos que se llenaron de impotencia. Sin embargo, sabía que había tocado una fibra muy profunda y casi olvidada, dejada en el pasado como un libro viejo al que cubrió lentamente el polvo, los años y los recuerdos felices. Pero estaba ahí, aunque tapado, él sabía que estaba.
Cecilia sintió un nudo de angustia, y lo sintió en él también. Lo notó en su pie moviéndose impaciente, lo notó en sus ojos vidriosos, lo notó en el tono de la repregunta: '¿Qué? No te escuché'. Cualquiera que hubiera estado presente hubiera notado la mentira a través de la retina. Si, escuchó. Pero no quiso. De hecho quiso nunca haber hablado, nunca haber destapado nada, menos en ese lugar. Pero Cecilia estaba allí, casi inocente, casi infante, casi sin darse cuenta que la conversación iba a dirigirse a un lugar oscuro y deshabitado hace muchos años.
Nunca se sabe dónde puede volar la represión. Quizás se descubra por un detalle mínimo, quizás sea algo que lleve toda la vida. Probablemente, la mirada de él, sus nervios crecientes, su ritmo cardíaco en aumento, su intento de ocultar algo sin que nadie se diera cuenta, hubieran resultado para alguien que no lo conoce. Cecilia estaba segura de que había algo más grave detrás, sabía que, aunque todo esto la lleve a terrenos terribles y llenos de miedo y angustia, tenía que caminar hacia allá. Porque eso le provocaba: curiosidad y miedo. Miedo al saber de dónde venía todo, miedo al saber que todo provenía del terror, del terror extremo, del terror que te transmiten los que deben protegerte, del terror más cruel y vil de la humanidad y por la humanidad. Por eso tuvo miedo, angustia, frío.
Desde ese momento, Cecilia tuvo la certeza de que la vida es una búsqueda constante y se propuso nunca olvidar eso. Desde ese momento, supo que había otra verdad que estaba signada por el terror.

viernes, 15 de abril de 2011

Será que estoy cansada.

Será porque tengo el cerebro un poco desfasado que ya no me atrae la altura y el vértigo. Será el cansancio. Serán las asignaturas, las literaturas, los colores saturados. Será la falta, será la sobredosis. Será la anarquía o el comunismo. Será Francia o Latinoamérica. Será que hay mil disyuntivas, será que ya no quiero aunque pueda. Será que los viajes, las maletas, los cambios y la regularidad. Será que todo y que nada. Será que la percusión y la melodía se complementan. Será que la costumbre. Será que no descanso, será que vivo durmiendo. Será que no sé porqué será que me seguís siguiendo. Será que no creo. Será que compruebo. Será que uso demasiado los puntos. Será que estoy desgastando las íes. Será que no hay forma de volver a formar nada y todo será siempre algo amorfo y sin sentido, será que perdidos en una nebulosa. Será que no hay más nada que se pueda hacer, salvo volver a sentarse, volver a hablar, volver a entramar para deshacer todo y hacer de cuenta que nada. Será que me cansé de eso. Será que me cansé, en definitiva, de todo un poco. Será que no encuentro el lugar donde poner el punto final. Será que todo es una enorme coma o, peor aún, una enorme sucesión de puntos suspensivos. Será que empecé a buscar defectos y será que encontré muchos. Será que me supe rodear de tantos defectos que ahora ya no puedo salir de la mediocridad. Será que estoy cansada de cansarme de todos. Será que es todo una gran mentira, o una gran verdad que nadie quiere asumir, que nadie quiere hacerse cargo. Será que me he sabido perder en un desdichado laberinto de ignotas que me terminó por consumir. Será que estoy cansada...