lunes, 7 de marzo de 2011

Incertidumbres para Nicolás


Y, ¿Quién dice? Quizás esto sea solo un vaivén de palabrería, un sueño materializado en una simbología volátil, un carrusel en el que suenan tristes melodías compuestas por la melancolía. Quizás sólo sea una forma poética, mágica, lírica, disimulada de ponerle fin a una verdad. O quizás sea simplemente una puerta abierta, una puerta entornada que nunca ninguno se atreverá a cerrar.
Lo seguro es que mi soledad y tu inseguridad nunca se llevaron bien. Y mi ilusión es tan entrometida que generalmente está en lugares donde se supone que la llamaron pero en realidad, ese supuesto llamado, fue un simple espejismo creado por la angustia y el vacío de la soledad, y nada más que eso.
Quizás simplemente nunca encuentre una respuesta a todos los interrogantes que te dispusiste a plantar, minuciosamente, en el camino que hoy estoy yo transitando; o quizás soy yo la que no para de introducirte en mis mejores pesadillas o peores sueños hermosos. Entonces quizás mi sonrisa sea el peor de tus insomnios y el sol en mi rostro sea la el punto exacto donde se cruzan la lujuria y la ternura, el deseo y el amor, la razón y la locura.
Quizás esas tardes nunca vuelvan, entonces quizás los edificios empiecen a difuminarse hasta que por fin desaparezcan y, así, yo quedaré enterrada en la eternidad sin la postal que había deseado en un ocaso simplón.
Quizás deba arrancarme el rol de protagonista y esconderme en la oscuridad de las bambalinas, siguiendo sigilosa los actos sobre el escenario. Y esperar en las sombras a que alguien vuelva a elegirme para un papel principal. O quizás lo mío sea ser una simple extra y mi brillo se luzca en la mediocridad.
Quizás me desplome en el vuelo; quizás no vuelva jamás a saber nada de vos; quizás este sea el punto final o tal vez el punto de partida; quizás esta sea la puerta al infierno otra vez.
Quizá vos seas Orfeo, el más grande de los músicos y yo sea Eurídise y quizás ya nunca me puedas rescatar de la oscuridad del averno en el que me encuentro; quizás tu error fue simplemente mirar atrás, y, así, jamás volver a encontrarme en tu reino o quizás, simplemente nos atrae escondernos en el anonimato.
El punto es que no se el punto de esta correspondencia, pero de lo que estoy segura es que todavía tengo palabras a estrenar.

Cecilia.

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