lunes, 4 de octubre de 2010

corte final

Ya caminaste bajo peores lluvias que estas y sin paraguas, de hecho, las disfrutabas. Hoy no te podés dar ese lujo. La gente va apurada, con esos techos individuales es difícil caminar rápido sin llevarte nada ni nadie puesto, pero seguís con tus cortos y veloces pasos hacia adelante.
Hoy no te podés dar ese lujo, no. Hoy tenés que llegar impecable, tenés que ser clara, tenés que hacer las cosas bien.
Seguís caminando. Las gotas empiezan a caer de costado y te mojan el pantalón y las zapatillas... esas verdes que llevás a todos lados, que te distinguen donde sea. Si, seguís caminando porque hoy tenés que estar intachable, impecable, tenés que hacer las cosas bien. Tenés que hacer las cosas bien. Por eso seguís caminando y ves que el edificio se acerca. Si, es ese edificio y en tu sistema no hay marcha atrás. No, por lo menos hoy. Porque hoy tenés que hacer las cosas bien.
Así que tocás timbre, esperás a que contesten. Contestan, bajan, abren la puerta, te hacen pasar, pasás, suben al ascensor, silencio incómodo, todo pasa al ritmo de tu taquicardia o más rápido. Llegan al departamento, si, ese que te trae tantos recuerdos pero hoy es otro. Es otro, como es otra la persona que te contestó el portero, que te abrió la puerta, que te invitó a pasar, que subió con vos en el ascensor y que ahora te está abriendo la puerta del departamento.
Pero vuelve a ser el mismo, porque nunca deja de serlo, porque está en su esencia ser el mismo que es. Y vos sos quien empieza, así se disponen los roles y hay que respetarlos; entonces hablás y decís lo que tenés que decir, porque hoy tenés que hacer las cosas bien, y por eso repentinamente te salen las palabras adecuadas y parece que la fuerza te acompaña porque no parás de hablar, pero lo hacés de forma clara, concreta, se te entiende, vas perfecto, entonces es momento de redondear la frase y así por fin terminarla con un 'por eso, dame una respuesta, ¿Si o no?'. Silencio. Los ojos se empiezan a humedecer, ahora la persona que era ya no está, es otra persona... otra vez, y vos estás ahí, esperando una respuesta con los ojos humedos, más que humedos, empapados. Llanto silencioso y muy discreto. Llega la respuesta, la peor, la no esperada: 'no'. Entonces te parás, te acomodás el pelo, te secás discretamente un ojo, como si picara, saludás indiferente. La otra persona que sigue siendo otra persona te abre la puerta del departamento, llama al ascensor, te abre la puerta, suben al ascensor, llegan a planta baja, bajan del ascensor, te abre la puerta y se saludan cordialmente, ahora vos tampoco sos vos, porque no estás pensando en que nunca más volverás a serlo, pero esa persona tampoco.
Entonces te vas pensando en nada, levitando por las calles, sabiendo que allá quedó alguien que ya no sos vos y que jamás volverás a ser. Pero es así, porque así es un corte final.

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